domingo, 24 de mayo de 2009

¿SE APAGO UNA ESTRELLA?





"La noticia me sorprendió esta mañana en ‘La República’: “Murió Benedtti, el escritor combatiente”.
Hay personas que marcan la vida de sus pueblos o sus países; hay otras a las que la historia las destina para romper fronteras. Siento que Mario Benedtti es una de ellas. Nunca podremos decir que la dictadura, la persecución, el exilio…son buenos, por supuesto. Pero en el caso de Benedetti las tres cosas nos beneficiaron a muchos.
También en su caso se cumplió lo de que “un profeta nunca es bien recibido en su tierra” y por eso le tocó cargar con sus escasas pertenencias y buscar acogida y cariño fuera de su Uruguay natal. Y así fue que Perú tuvo el honor de cobijarlo al comienzo de los 70, bajo el general Velasco Alvarado; pero llegó la orden de deportarlo y tuvo que salir. Y también le cupo ese honor a España, por mucho más tiempo y en sucesivas etapas.
Allí, en Madrid, tuve la suerte de conocerlo personalmente en 1992. Fue con motivo de las celebraciones del 5º Centenario de la llegada de Colón a América, en un Congreso de Teología. Compartí con él y un diplomático español en Centroamérica una mesa redonda exponiendo la experiencia y la huella de esos quinientos años desde distintos ángulos -el mío el de un simple misionero de a pie-. Y me impactaron fuertemente dos cosas en M. Benedetti: su clara y firme opción por los oprimidos (los del tiempo de la conquista, los de la colonia, los de ayer y los de hoy) y su sensibilidad y ternura. Hasta su fina ironía se paseaba por los dos polos. Desde entonces traté de leer muchas de sus reflexiones periodísticas y siempre descubrí presentes los dos rasgos.
Doy por supuesto que ayer, a los 88 años, murió en su ley ese hombre agudo, consecuente e inquebrantable en sus convicciones y ese niño tierno y amoroso que no podía ocultar. En su caso, no podemos decir que una estrella se ha apagado en el firmamento, sino más bien: desde ahora, día y noche, brillará su estrella en el firmamento. Mario Benedetti, gracias por tu luz y descansa de tus fatigas de trotamundos obligado.
José Mª Rojo